María Fernanda Saavedra /Chile
(Santiago de Chile, 2002) es una artista visual que trabaja desde la interdisciplina, el imaginario personal y el trabajo colaborativo. Criada en un entorno familiar donde el arte formaba parte de la vida cotidiana, su madre y abuela fueron clave en el desarrollo de su sensibilidad estética. En 2019 ingresó al programa Etapa Básica de Artes Visuales de la Universidad de Chile y continuó en la Licenciatura en Artes Visuales, donde culminó su formación en 2024.
Su obra se sitúa en la convergencia de diversas disciplinas, explorando la fotografía, el textil y la pintura, y estableciendo un diálogo entre lo analógico y lo digital. A través de su trabajo, busca generar experiencias visuales accesibles, donde el arte no sea solo un objeto de contemplación, sino un espacio de encuentro y reflexión. Su enfoque colaborativo es central en su práctica, ya que considera que las relaciones humanas y los procesos compartidos enriquecen cada proyecto, transformándolo en un intercambio de vivencias y significados. Desde esta perspectiva interdisciplinaria, su trabajo encuentra su verdadero sentido en la fusión de las artes. Cada elemento—una canción, un vestuario, una coreografía o incluso un simple gesto—puede intervenir y enriquecer una idea. No concibe límites entre las disciplinas; todo se entrelaza y se potencia, generando un diálogo constante entre formas de expresión. El cine es su mayor referente, no solo como medio, sino como una forma de pensar y sentir. Es el espacio donde todo cobra sentido, donde las piezas se ensamblan y adquieren vida propia. En la fotografía, su enfoque se basa en la experimentación y en la creación de imágenes que exploran la interacción entre el vestuario, el maquillaje y la edición. Más que capturar un instante, concibe la fotografía como un proceso creativo en el que la modelo deja de ser un simple sujeto retratado y se convierte en una colaboradora activa en su propia transformación. A través de este proceso, busca recuperar la sensación lúdica de disfrazarse, esa libertad de jugar con la identidad y la expresión, una experiencia que a menudo se pierde en la rutina diaria.
Las obras presentadas en esta exposición son “Todas queríamos ser Reinas” (2024), “Retratos de una señorita ideal” (2023) y “La Virgen de seda” (2023). Cada una de estas piezas se construye a partir de fotografías y collages digitales que han sido sublimados sobre textil. Posteriormente, estos soportes son intervenidos de manera manual a través de técnicas mixtas. El proceso involucra bordado, pintura y la incorporación de elementos materiales como piedras, aplicaciones y relieves que permiten generar una interacción entre la imagen impresa y la superficie textil. Este cruce entre lo visual y lo táctil se convierte en un eje fundamental de la obra, donde la bidimensionalidad de la fotografía se expande hacia un objeto que también puede ser recorrido con el tacto. El color y la ornamentación desempeñan un papel clave en la construcción de cada pieza, aportando variaciones tonales y materiales que enriquecen la experiencia del espectador. Aunque todas las obras comparten una misma metodología de trabajo y un lenguaje común en cuanto al soporte y la técnica, cada una se diferencia a partir de su temática específica y su manera de abordar la composición visual y material. Las imágenes retratan figuras femeninas que funcionan como portadoras de relatos individuales y colectivos. Estas narrativas se inspiran en diversos referentes visuales y culturales, que van desde el cine y la cultura popular hasta la estética publicitaria del siglo pasado. Cada obra propone un universo simbólico que conecta con la memoria, la identidad y los modos en que las imágenes han construido históricamente la representación de lo femenino.