Ignacio Lara /Chile
Nació en Santiago de Chile el 13 de enero de 1997. Ignacio Lara, Egresado en Fotografía con mención Expresión Creativa del Instituto Profesional Arcos. Su trabajo ha sido exhibido desde el año 2017 en exposiciones colectivas e individuales en Chile. Destacan sus muestras individuales La Muerte de los Muertos en el Cementerio Católico de Recoleta (2018) y en el Centro Cultural Teatro Serrano de Melipilla (2019), así como también sus participaciones en las muestras colectivas Handmade en Sala de Arte Mackenna (2019), Encuentro de Galería de Arte Montegrande (2019), Estallido Artístico de Nómada Espacio Artístico (2020), El Mundo Al Instante de Isabel Croxatto Galería (2020) y el proyecto editorial de Espacio En Tránsito, Movimientos (2020). Sus obras más recientes consisten en trabajos de fotografía digital, en base a la construcción de composiciones que se desarrollan mediante la búsqueda de elementos de fácil acceso. Su obra se ve influenciada por una estética barroca que se refleja a través de la explotación de texturas y colores profundos. Actualmente vive, estudia y trabaja en Santiago de Chile.
Realizado en el histórico Cementerio Católico de Recoleta, este trabajo busca cuestionar la asociación de asco, miedo y rechazo instalada en el colectivo cultural cuando se piensa en la muerte. A través del lente fotográfico el cual se encarga de capturar las sombras y el frío, el artista increpa al espectador, quien es culpable de la deshumanización de los Muertos y de sus historias, invitándolo de esta forma a deconstruir lo aprendido a través de la narrativa fotográfica.
Pandora
¿ Cuál es la esencia de la esperanza? Es, sin duda, una de las preguntas que subyacen al mito de Pandora, quien - según los griegos - luego de sucumbir ante su curiosidad nos infestó de males y nos transformó en mortales. Mortales, pudiésemos esgrimir, que han alimentado estos vicios y construido una realidad acorde. De esta misma forma, las simbólicas piezas de esta propuesta de arte contemporánea inspiradas en bodegones antiguos se configuran a través de colores deslavados, tristes extremidades humanas y precariedad de objetos evocando una oscura y perpetua sensación de malestar y desolación, lo que nos refiere una vez más al mito griego. Pandora de Ignacio Lara es, en su esencia, una obra que escapa a la naturaleza imitativa del arte propuesta por La Poética aristotélica. No es un documento que simplemente registra una realidad; es un emplazamiento personal del artista, codificado en una estética particular, a la sociedad que nos llama a hacernos cargo de la distopia que hemos [co]construido. Es, por extensión, un instrumento de rebelión y de emancipación o, como lo diría el educador y filósofo brasileño Paulo Freire, un instrumento alfabetizador puesto busca la concientización crítica del sujeto oprimido sobre su realidad social, política y económica. Es así como, al igual que Helen Ambrose en el Fin de Viaje de Virginia Woolf, el artista nos llama a quitarle el velo a la ciudad y contemplar el cadáver que este cubre. Pandora nació no sólo en el momento de crisis social más profundo de Chile, sino que también del mundo y quienes son interpelados por ella tienen la misma tarea que tuvieron los griegos en su tiempo, si hemos de creer en el mito original que da nombre a la obra: Elpis, la Esperanza, fue el último y peor de los males enviados por los dioses; sin embargo, fue el único que no logró escapar la urna. Elpis era nada más que la prolongación de los males. ¿ Cuál es la esencia de la esperanza en nuestro tiempo y nuestra realidad y cuál es nuestro papel en la sociedad moderna? Pandora nos pregunta.
Sergio Castillo