Gilles Courbière / Francia-España

Es necesario aludir al contexto físico donde Gilles Courbière está creando sus obras en los últimos tiempos: sobre la mesa de un cuarto pequeño de su casa. Tras varios años en que lo hizo en un estudio amplio, la no renovación del alquiler por parte del dueño le llevó a trasladarse a aquella para trabajar. Las posibilidades físicas son más reducidas y como consecuencia ha optado por disminuir el tamaño de sus obras y simplificar la ejecución. Además ha decidido comenzar a probar con algo que llevaba tiempo rumiando pero a lo que nunca se había atrevido, al menos no de esta manera: hacer pinturas. En definitiva, aquellas circunstancias han sido determinantes a la hora de encarar una nueva serie, aunque el confinamiento haya ayudado de manera decisiva a la adaptación. Lleva todo este tiempo concentrado en la creación de pequeños cuadros. Cajas de tamaño reducido, que enmarcan formas y figuras de muchos tipos, aunque pintadas sobre todo con acrílicos. Para cada una de las piezas que componen la serie parte siempre de un esquema, a veces muy elemental. No obstante, la improvisación posee también un papel fundamental y cada obra se va conformando según avanza su realización. Por eso, y porque está en la idea general del proyecto, las apariencias de todas ellas son muy diferentes. Algunas son ordenadas y otras caóticas, unas son sistemáticas y tan regulares como el neoplasticismo mientras otras se sitúan en el extremo contrario. Y aunque lo habitual es que el color sea en ellas muy leve, a veces prueba con colores plateados, metálicos, que dan efectos iridiscentes. La propuesta respectiva que cada cuadro contiene es diferente de las otras y esa es la idea general, el punto de partida del conjunto: formas y colores distintos tienen que tener resultados variados. Una heterogeneidad que responde al carácter de prueba que presentan para su mismo autor, que incorpora todo tipo de formas (cuadrados, círculos, triángulos…), a veces presentadas mediante relaciones de oposición. Pese a esa disimilitud de formas, creo que lo que más pesa sobre la serie es el influjo de estilos sencillos y reduccionistas, como el suprematismo y el constructivismo (o la rama orfista que crearon los Delaunay). Y también epígonos afines como las propuestas pictóricas de Sol Lewitt, una influencia ya antigua sobre él. Y desde luego sigue importando el influjo de lo japonés, tan alejado de expresionismos y de sus zonas de influencia. En todos los citados existe una tensión fructífera entre la forma y el color. Y es ineludible pensar que para esta ocasión él se ha fijado en este último elemento, la policromía, de una manera especial y otorgándole primacía. No es la primera vez ni mucho menos que trabaja a partir de ello. Desde sus primeras y ya lejanas esculturas, teñidas de colores suaves, el color ha sido un elemento presente. Que ha ido ganando importancia, como demostró una serie reciente, la de los Gradientes, que tengo la tentación de sentir como un precedente claro de estos cuadros. Pues en ella hay una tensión similar entre la geometría de las formas y la presencia del color, entre el cálculo y la sensualidad más inmediata. La relación con Gradientes, pues, es evidente pero también las diferencias. Frente a la intensidad de los colores en aquella serie escultórica, su presencia en las pinturas es más suave, además de presentar más osadía a la hora de ser aplicados. Asimismo, buscan armonías diferentes en sus relaciones respectivas y se mezclan, mientras que en Gradientes ofrecían campos estrictos de color. Las superficies en esta serie están compuestas por pocas capas, dos o tres como mucho. A veces, de manera premeditada, en ellas se cuela el relieve. No es fortuito pues existe una tentación cumplida por ofrecer algún tipo de espacio preciso -el instinto del escultor. Encontramos diferentes capas y texturas, dispuestas de manera sutil y planteando en cada obra diferencias espaciales y de aspecto (en algunas esa relación no es tan sutil sino evidente). A veces, se trata de imágenes latentes, o también colores, que acaban aflorando. Y que en ocasiones a la pintura acrílica añada capas aisladas de óleo, con la finalidad de espesar el relieve, es un indicio espacial a tener también en cuenta. Si nos afanamos en buscar la esencia de la serie nos encontraremos con que, aunque su autor las haya denominado pinturas y el color sea un elemento esencial, sobre ellas asoma la naturaleza del escultor, el que trabaja con el espacio. Y es que la relación entre pintura y escultura se adueña de las mismas. En el fondo, Gilles Courbière lo ha pretendido: aunque sean pinturas sencillas es innegable que están construidas como relieves. A veces lija la superficie para proporcionar niveles distintos o espacios diferenciados. Mediante la aplicación de la lija realiza un trabajo de excavación, un proceso habitual en el campo de la escultura. De hecho, la síntesis entre esta y la pintura se demuestra evidente cuando nos enteramos de que las piezas son consideradas acabadas por su autor solo tras sucesivos procesos de lijado y pintado. Llevo todo el rato refiriéndome a estas obras como pinturas o relieves. Pero a la postre son cajas. Tienen un marco que las encuadra y proporciona profundidad (como ventanas, cabe también pensar). Y no hay que dejar pasar el dato de que sobre los marcos de esas ventanas hay líneas de colores que rodean la imagen principal. Inspiradas en pinturas medievales -algunas persas pero también cristianas-, acaban reconfigurando la obra y otorgándole un estatuto de objeto, un cuadro completo.

Pablo Llorca



Todas las obras presentadas aquí tienen las mismas características: Sin título - Medidas: 20x20 (cm)  
Soporte: madera - Técnica: Acrílico y Oil - Año: 2023/24







Gilles Courbière

Nacido en 1954 en Francia, vive y trabaja hoy entre Paris y Madrid. Después de estudiar tecnología y mecánica industrial, empieza en 1975 sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Angoulême Francia. Obtiene su DNSEP (Diploma Superior Expresión Plástica) en 1980. Se traslada en Paris donde sigue dos cursos en la Escuela Nacional Superior de las Artes Decorativas 1980/1982. Trabaja en Paris en los museos de la cuidad como instalador de exposiciones hasta el año 1990, se traslada a Madrid e imparte clases de dibujo, pintura y escultura en un colegio hasta el año 2019.
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