Erick Boror /Guatemala
El hacer artístico y la creación: el dominio de la razón y la necesidad innata por expresar. Desde los albores de la humanidad, en una tierra más salvaje y libre, los humanos trazaron sus primeras memorias. Existía una razón profunda para narrar acontecimientos. Antes de la palabra escrita, surgieron las imágenes: líneas de fuego, figuras danzantes, recuerdos de cacerías, rituales y sueños; aquellos signos primigenios marcados en la piel de la roca. Me arriesgo a afirmar que el concepto no ocupaba un deseo consciente. Solo estábamos poseídos por una necesidad mística por contar, algo que solo entiende la silueta de la mano. La existencia siguió su curso. Nacieron las civilizaciones y, con ellas, Occidente, que con su sed de razón transmutó el arte en simetría y proporción. El Renacimiento instauró el orden; el Barroco su teatralidad. Más adelante, el arte moderno, con su vértigo acompañado de movimientos y tendencias, descompuso las formas hasta hacerlas vapor. Era un arte que dictaba teorías solo para romperlas. En los márgenes del tiempo y lejos de los mapas, los pueblos originarios continuaron soñando con las manos. No explicaban lo sagrado; lo habitaban. Para ellos, el arte no era objeto, sino conjuro y latido. Sus figuras no se observaban: se sentían. En sus trazos había magia en lugar de cálculo, intuición en lugar de método. Nombraban el mundo sin poseerlo. Hoy, en este punto donde convergen la razón y el misterio, emergen preguntas inevitables: ¿Qué vemos en el arte? ¿Son formas, colores o líneas? ¿Son fragmentos del alma? Como en la existencia, donde las fuerzas opuestas no combaten, sino que se atraen, el arte nos revela su esencia indivisible. Sirva esta muestra de formas antropomorfas como reminiscencia de una tradición creadora practicada en estos horizontes; una que no aparece en los libros de historia del arte ni en sus movimientos canonizados. Quizás su lugar sea un espacio humilde en alguna revista de antropología o arqueología, como objeto de estudio en la búsqueda de identidad a partir del simbolismo, la abstracción o el diseño: prácticas que los pueblos originarios ejercían antes de que existieran tales denominaciones. Esa necesidad de contar historias sin hacer uso de la narrativa lineal nos trae al presente, confrontándonos con un mundo dominado por las estructuras discursivas del marketing y la experiencia multisensorial que las redes sociales nos hacen creer. En este contexto, las imágenes y el branding juegan un papel central en la búsqueda de identidad. Cuando miramos hacia dentro y nos encontramos naufragando en la odisea de descubrir nuestro acento, el color de nuestra piel, descolonizando lo que alguna vez dimos por hecho, quizás en la mitología local se develen respuestas a nuestros traumas y complejos. Reflexionando en los pasos que dejamos atrás, ahí, entre vestigios, puede existir una tenue posibilidad de hallar un sentido de pertenencia. ¿El lenguaje visual nos promete una herencia o estamos destinados a ser pueblos bastardos y huérfanos? Mientras que el arte occidental nace de los artesanos que creaban por encargo, con normas académicas sujetas a las épocas, el arte de los pueblos originarios nace de los místicos y chamanes con sus epifanías. Occidente con su método y teoría, y nosotros creando desde la invocación, la complementación. Porque en la vida, TODO LO QUE NO SE VE, SE SIENTE.
E.B.
Erick Boror, es un artista visual guatemalteco originario de San Juan Sacatepéquez, Departamento de Guatemala. Artista autodidacta y multidisciplinario, su obra explora el arte como un proceso de construcción donde convergen la arquitectura, el diseño y, particularmente, la carpintería. En su práctica, la forma no es solo un recurso compositivo, sino un medio para revelar identidades en constante evolución. A través de la abstracción. Boror plantea el arte como un fenómeno sociocultural, donde los oficios, la memoria y el espacio generan un diálogo activo entre tradición y contemporaneidad. Cada composición visual se convierte en un puente entre el conocimiento ancestral y su reformulación en el presente.